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Capitulo 1: Saphiro y Zeryth

  El mundo terrestre estaba devastado. Las ruinas de un antiguo reino se extendían hasta donde alcanzaba la vista, un paisaje desolado de estructuras medievales derruidas. El cielo, te?ido de un gris pesado, parecía la exhalación final de un mundo que había olvidado cómo respirar.

  Las pocas edificaciones que aún se mantenían en pie eran esqueletos de lo que una vez fueron hogares, ahora consumidos por el fuego y la destrucción. Restos de alquimia y experimentos olvidados asomaban entre los escombros: tableros grabados con símbolos crípticos, frascos rotos que todavía contenían rastros de líquidos cristalizados, y plantas retorcidas, quemadas, luchando por sobrevivir en una tierra que ya no las acogía.

  Ashura caminaba al frente, destacando entre el caos. Su sudadera oscura con orejitas en la capucha le daba un aire juguetón, pero el crujido de los escombros bajo sus botas pesadas recordaba su naturaleza destructiva. Con un gesto impaciente, ajustó sus lentes redondos, dejando entrever una mirada inquieta que barría el horizonte, como si buscara algo, cualquier cosa, que rompiera la monotonía de aquel paisaje muerto.

  —?Estamos cerca? —preguntó, con un tono más gru?ón que curioso.

  A su lado, Kuro y Akane avanzaban dando peque?os saltos, sus cuerpos deformándose ligeramente con cada movimiento, como si fueran de plastilina. Kuro, con su único ojo centrado y sin boca, dejó escapar una voz risue?a, mezcla de burla y travesura.

  —?Cerca de qué, Ashura? ?El mundo es enorme! Tal vez estemos cerca de una monta?a... ?o de un pastel? ?Quiero pastel!

  —?No te hagas el tonto, Kuro! ?Por qué no me dices a dónde vamos? —bufó Ashura, aplastando un fragmento de un antiguo símbolo alquímico en el suelo—. Si no hablas, te haré explotar.

  Kuro soltó un sonido que podía pasar por una risa burlona. —Oh, no lo harías. Solo lo dices para molestar, este lugar es aburrido.

  Akane, rezagada, deslizó su cuerpo hacia adelante. Su único ojo parpadeó con falsa inocencia. —Por favor, Ashura, no querrás arruinar la sorpresa, ?verdad? —dijo con una dulzura que solo echaba más le?a al fuego.

  Ashura apretó los pu?os.

  —?Claro! Sigamos caminando sin rumbo como siempre. Quizás demos la vuelta al mundo antes de que digan algo útil. A veces pienso que ustedes disfrutan hacerme perder el tiempo.

  A pesar de su rabia, algo dentro de ella la frenó. Quizá era la esperanza de encontrar a Hesh, o quizá algo más profundo que ni ella entendía. Entonces, su voz bajó un poco, cargada de sospecha. —no quería tener que preguntar esto, pero..... ?Por qué les interesa tanto mi padre?

  La pregunta cayó como un relámpago en medio del silencio. Por primera vez, Kuro y Akane detuvieron sus movimientos. Sus cuerpos parecían desmoronarse ligeramente, como si esas palabras hubieran golpeado algo oculto.

  —?Qué clase de pregunta es esa? —respondió finalmente Kuro, su tono inusualmente vago—. Es... curiosidad, nada más. Además, ?no querías saber qué está haciendo?

  Akane intentó suavizar la tensión, dejando escapar un sonido melodioso.

  —Oh, Ashura, siempre tan seria. Relájate un poco. Hesh es fascinante, claro, pero nuestra lealtad es contigo —respondió, con una dulzura casi convincente.

  —Además, no es que lo conozcamos. Solo queremos ayudarte a cumplir tu meta. ?Acaso no es lo que hacen los amigos? —a?adió Kuro, con algo que parecía un gui?o.

  Ashura no respondió de inmediato. Una parte de ella quería creerles, pero la sospecha ya había echado raíces. Había algo en la forma en que hablaban, en esas sonrisas demasiado perfectas, que la inquietaba.

  El horizonte devastado dio paso a una vista inesperada: un castillo impecable, sacado de un cuento de hadas. Las torres se alzaban majestuosas hacia el cielo, con detalles tallados con precisión casi sobrenatural. Jardines perfectamente cuidados rodeaban el edificio, con flores que parecían inmunes al caos del mundo exterior. Un aroma dulce impregnaba el aire, como si aquel lugar existiera fuera del tiempo.

  —?Es aquí? —preguntó Ashura, con una paciencia que ya pendía de un hilo.

  Kuro y Akane intercambiaron una breve mirada, si es que esos únicos ojos podían comunicar tanto. Finalmente, Kuro murmuró:

  —Sí, es aquí. Prepárate para algo... interesante.

  Ashura observó el castillo con recelo. Había algo profundamente inquietante en su perfección. Las torres se alzaban majestuosas hacia el cielo, con detalles tallados con precisión casi obsesiva. Jardines meticulosamente cuidados rodeaban el edificio, llenos de flores de una belleza tan impecable que parecían irreales. Era como si aquel lugar no perteneciera al mismo mundo devastado que había dejado atrás. Incluso el aire estaba impregnado de un aroma dulce que parecía burlarse de la destrucción circundante.

  —?Qué se supone que significa esto? —bufó Ashura, pisando con fuerza sobre el sendero impecable que conducía al castillo.

  Akane se adelantó antes de que Kuro pudiera responder. —?Por qué no entras y lo descubres?—

  Ashura frunció el ce?o, deteniéndose en seco. —No confío en esto —murmuró, cruzándose de brazos mientras estudiaba el edificio.

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  Kuro, siempre despreocupado, comenzó a dar vueltas a su alrededor, sonriendo con aire travieso. —?Vamos! Es un castillo. ?No siempre quisiste ser una princesa?—

  —Cierra la boca antes de que decida coronarte con un pu?o —gru?ó Ashura, sin apartar la vista del lugar. Algo en su interior, una sensación que no lograba identificar, le advertía que debía mantenerse alerta.

  Las enormes puertas del castillo estaban entreabiertas. Ashura, a pesar de su desconfianza, empujó una de ellas con un golpe seco, como si intentara quebrar la perfección del lugar. El eco de su acción resonó en el silencio, como si el castillo mismo se burlara de su desafío.

  —?De verdad no tienen la decencia de cerrar? —gru?ó mientras cruzaba el umbral. Kuro y Akane la seguían con sus usuales sonrisas enigmáticas.

  El interior era aún más impresionante que el exterior. Un amplio vestíbulo de mármol blanco se extendía ante ellos, decorado con candelabros que emitían una luz cálida y acogedora. Sin embargo, la perfección del lugar resultaba casi sofocante, como si cada detalle hubiera sido dise?ado para ser inquietantemente hermoso.

  Ashura avanzó con cautela, sus pasos resonando en el silencio absoluto.

  —Camina con cuidado, Ashura. Estás a punto de encontrarte con alguien... fuera de lo común —dijo Akane, su tono pretendiendo ser misterioso.

  —Saphiro y Zeryth, ?te suenan esos nombres? —agregó, mientras sus ojos brillaban con una chispa de diversión mal disimulada.

  —No. ?Deberían? —respondió Ashura con desdén, aunque algo en el tono de Akane llamó su atención. Era raro que mencionaran nombres con tanto respeto.

  —Son las due?as de este lugar, —dijo Kuro con un encogimiento de hombros. —Una de ellas podría tener información sobre Hesh.

  Ashura se detuvo en seco. —?Información? ?Por qué no lo dijeron antes, idiotas?

  Akane dejó escapar una risita nerviosa. —Queríamos que fuera una sorpresa. Además, no sabíamos cómo reaccionarías...—

  Ashura apretó los dientes, pero su irritación comenzó a desvanecerse, dejando tras de sí una sensación de inquietud. —De acuerdo. Vamos a ver qué tienen que decir.

  —Ashura... —Akane suavizó su sonrisa, su tono más tranquilo de lo habitual. —Sé que no te gusta andarte con rodeos, pero ten cuidado. Zeryth no es como nosotras. Si no le agradas, no es que te ignore... es que se asegura de que no vuelvas a cruzarte en su camino.

  Ashura asintió con un movimiento brusco y siguió adelante, murmurando para sí misma. —Zeryth... Suena imponente. Lo que sea. Mientras sepan algo útil sobre Hesh, no me importa quién manda aquí.

  Kuro y Akane intercambiaron una mirada cargada de significado, pero no dijeron nada más mientras dejaban que Ashura liderara el camino hacia la sala principal.

  En el centro de la sala, reclinada en un elegante sillón de terciopelo negro, estaba una mujer de cabello rosado, ligeramente desordenado pero con cierto encanto. Un piercing debajo de su ojo derecho brillaba bajo la tenue luz, y su atuendo negro ajustado irradiaba un aire práctico y provocador a la vez. Sus ojos, de un gris metálico, se alzaron perezosamente hacia los recién llegados.

  El corazón de Ashura se aceleró, aunque su expresión permaneció firme.

  —Vaya, qué manera tan interesante de saludar, —comentó la mujer con voz despreocupada y ligeramente burlona.

  Ashura arqueó una ceja, observándola con desconfianza. —Así que tú eres Zeryth. —Se plantó frente a la mujer, cruzándose de brazos. —?Por qué estás tan tranquila cuando tres desconocidos acaban de irrumpir en tu casa? ?No te importa? ?O es que eres una completa idiota?

  La mujer sonrió lentamente, como si disfrutara del enfrentamiento. —Interesante pregunta. Quizá no me importa porque no tengo nada que temer de alguien que apenas sabe dónde pisa.—

  Ashura apretó los pu?os, pero antes de que pudiera responder, Kuro se adelantó con una sonrisa radiante.

  —?Saphiro! Es un gusto verte de nuevo, —exclamó, inclinándose con una alegría casi infantil.

  Oh, así que son ustedes — apesar de sus palabras su expresión delataba el desinterés que ambas criaturas le causaban

  Kuro lanzó una carcajada mientras observaba el vestíbulo. — Es un castillo muy lindo ?Si me prometen un pastel, tal vez me quede aquí para siempre!

  Antes de que Saphiro pudiera responder, una voz suave, cargada de autoridad, resonó detrás de ellos.

  —Saphiro, querida, ?quiénes son tus invitados?—

  Todos se giraron hacia el origen de la voz. Desde las sombras emergió una joven de cabello oscuro y ojos verdes. Su postura parecía humilde, pero algo en su presencia hizo que Kuro y Akane cambiaran de inmediato. Sus cuerpos, usualmente juguetones y despreocupados, se tensaron, y las sonrisas en sus rostros se volvieron discretas.

  —Oh, mi querida Zeryth, no te preocupes —intervino Saphiro con un tono ligero, levantándose del sillón con elegancia estudiada—. Son solo unos viajeros curiosos. Nada que no podamos manejar.

  Ashura frunció el ce?o, desconcertada. —?Zeryth? Pensé que tú eras Zeryth.

  —Me temo que estás equivocada, viajera —respondió la joven con una ligera inclinación de cabeza—. Yo soy Zeryth. Ella es mi... Saphiro.

  Saphiro, quien hasta entonces había mantenido una actitud despreocupada, reaccionó con una sonrisa nerviosa. Sus mejillas se sonrojaron levemente, y desvió la mirada con una expresión casi tímida. —Oh, Zeryth...— murmuró suavemente, como si esas palabras fueran un tesoro que prefería guardar.

  Ashura arqueó una ceja, incrédula. —?Siempre hablas como si estuvieras recitando un poema cursi, o esto es algo especial?

  Zeryth solo sonrió, serena. La reacción de Saphiro parecía haber sido exactamente lo que esperaba.

  Kuro y Akane intercambiaron miradas cómplices mientras Ashura intentaba procesar la extra?a dinámica entre las dos mujeres.

  —?No deberían presentarse como es debido? —preguntó Zeryth de repente, su voz suave, pero con un filo imperceptible que atravesó el aire.

  Kuro y Akane asintieron rápidamente, inclinándose casi al unísono. —?Por supuesto, claro! Un placer conocerte, Zeryth —dijeron al mismo tiempo, su habitual desenfado ausente.

  Mientras tanto, Ashura frunció el ce?o. El dulce aroma del aire, que impregnaba la sala, empezaba a resultarle opresivo, como si intentara obligarla a aceptar la perfección del lugar.

  —Este olor... —murmuró, mirando a Saphiro, quien seguía sentada con una calma inquietante—. Es nauseabundo.

  Sin previo aviso, Ashura agarró un candelabro ornamentado y lo lanzó contra la pared. El metal resonó al romperse, seguido de un silencio cargado de tensión.

  —?Qué clase de enferma decoraría un lugar así? —gritó, volteando una mesa de cristal que se estrelló contra el suelo—. ?Esto no es un castillo, es un mausoleo para mu?ecas cursis!

  Kuro intentó intervenir, su tono dulce y conciliador. —Ashura, tal vez deberías...

  —??Qué?! ?Calmarme? —interrumpió Ashura, furiosa. Su mirada se clavó en Saphiro, que permanecía tranquila, casi entretenida.

  Antes de que Ashura pudiera decir más, Zeryth dio un paso adelante. El aire pareció congelarse.

  Akane retrocedió, temblando. —K-Kuro... haz algo —susurró, aferrándose al brazo de su compa?ero.

  Kuro reaccionó rápidamente. Con una sonrisa nerviosa, le propinó a Ashura un golpe directo en el rostro.

  El impacto la hizo retroceder un paso, más sorprendida que herida.

  —?Eso es suficiente, Ashura! —dijo Kuro, masajeándose la mano—. Por favor, cálmate antes de que alguien más decida intervenir... de forma menos amistosa.

  Saphiro rió suavemente desde su lugar, su tono lleno de diversión. —Cari?o, ?quieres calmarte? Sabes que no quiero más destrozos aquí.

  Ashura miró a Saphiro, pensando que el comentario era para ella, pero se detuvo al notar cómo Saphiro acariciaba la cabeza de Zeryth, quien lucía obediente, casi como una mascota.

  —Tch... Jódete —murmuró, limpiándose el labio mientras su corazón latía con fuerza ante la amenaza latente en Zeryth.

  Saphiro, con una mezcla de diversión y condescendencia, observó a Ashura. —Qué grupo tan interesante de invitados tenemos, ?no, Zeryth?

  Zeryth asintió, pero su mirada afilada seguía fija en Ashura.

  Ashura apretó los pu?os, pero finalmente retrocedió, lanzando una mirada fulminante a Kuro y Akane.

  —Tch. No vale la pena. Si encontrar a Hesh significa soportar esto... —Dirigió una última mirada de desdén a Saphiro—. No estoy segura de que valga el esfuerzo.

  Saphiro alzó una ceja, su interés súbitamente encendido.

  —?Hesh? —repitió, su tono juguetón y burlón.

  Ashura se tensó, atrapada por la atención de Saphiro. —Sí. ?Tienes algún problema con eso?

  Saphiro sonrió, un destello perturbador en sus ojos. —Digamos que Hesh es... intrigante. Pero últimamente, ha atraído atención peligrosa.

  —?Quiénes? —preguntó Ashura, su tono bajo y tenso.

  Saphiro se acercó lentamente, mientras Zeryth observaba como una sombra alerta.

  —Un aspirante a dios que no tolera obstáculos en su camino. Hesh está en el centro de todo. Si de verdad lo buscas...

  Ashura quedo en silencio ante la revelación, la emoción la inundaba esperando el final de la frase

  —Ashura, ?verdad?— dijo Zeryth con una

  voz pausada, casi un susurro. Por primera vez se veía interesada por la conversación —Dime, ?hasta dónde estás dispuesta a llegar por las respuestas que buscas?"

  CONTINUARA

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