home

search

Capitulo 2: Reverberación

  La ma?ana se filtraba con suavidad a través de los ventanales del castillo, ti?endo los pasillos de un dorado pálido. Saphiro caminaba con elegancia por la planta superior, su pijama de seda ondeando con cada paso. Se estiró con pereza, disfrutando del silencio que aún reinaba en el lugar. La calma de las ma?anas era algo que atesoraba.

  Sin embargo, al acercarse a las escaleras, el silencio se rompió con un estruendo: el sonido de golpes secos y un gru?ido frustrado se escuchan por el pasillo

  Saphiro suspiró con una sonrisa ligera.

  Cuando bajó los últimos escalones y llegó a la cocina, la escena le resultó tan predecible como divertida: Ashura estaba en el centro del desastre, la respiración agitada, los pu?os aún enrojecidos por los repetidos intentos de destrucción. A su alrededor, todo seguía intacto.

  La mesa de mármol no tenía ni una grieta. Las sillas estaban perfectamente alineadas. Ni siquiera las tazas en los estantes se habían movido un centímetro.

  —Buenos días —saludó Saphiro con tranquilidad mientras cruzaba la estancia—. ?Dormiste algo anoche?

  Ashura giró con los dientes apretados y el ce?o fruncido, su frustración evidente.

  —No lo necesito —gru?ó, sacudiendo la cabeza—. Y tú tampoco lo necesitas ?o me equivoco?

  Saphiro tomó una taza de porcelana con la misma delicadeza con la que alguien recogería una joya valiosa.

  —Tienes razón, no necesito dormir, pero eso no significa que no pueda hacerlo —respondió, sirviéndose un té con movimientos pausados—. Es relajante y divertido. Deberías intentarlo alguna vez.

  —No veo el punto. — Ashura chasqueó la lengua y miró de reojo la cocina impecable. —Esto es ridículo. Nada en este lugar se rompe. No importa cuánto lo intente.

  Saphiro llevó la taza a sus labios, sin perder la calma.

  —Claro que no. Esta es la casa de Zeryth. Aquí solo se destruye lo que ella quiere que se destruya.

  Ashura gru?ó con molestia.

  —Eso es trampa.

  —Tal vez lo sea, pero no veo el problema —respondió Saphiro con una sonrisa ligera

  — Esto es una idiotes —dijo Ashura, cruzándose de brazos.

  Saphiro se encogió de hombros.

  —A veces asi son las cosas. No siempre salen las cosas como uno quiere, pero al menos puedes sacar algo bueno de todo esto

  Ashura no respondió de inmediato. Solo permaneció en su lugar, aún con el ce?o fruncido, pero sin la misma tensión agresiva de antes.

  Saphiro esbozó una sonrisa divertida al notar su molestia antes de darse la vuelta para preparar algo de desayuno.

  — ?Sabes? La comida también es muy divertida —dijo con un tono suave, pero con una certeza absoluta—. Prepararla y saborearla es una maravilla. ?Alguna vez has comido algo?

  Ashura suspiró, derrotada. Sabía que no iba a ganar contra esa maldita serenidad. Se dejó caer en una silla con los brazos cruzados y la mirada hosca.

  —Una vez me comí la pierna de un hombre —dijo con una indiferencia preocupante—. Creí que me haría más poderosa, pero solo fue una pérdida de tiempo.

  Saphiro, en lugar de escandalizarse, soltó una risa baja y elegante, como si Ashura hubiera hecho una observación particularmente curiosa.

  —Bueno, supongo que en teoría tenía sentido —respondió mientras tomaba una hogaza de pan y la cortaba con precisión—. Pero dudo que la carne humana tenga algo de especial.

  Colocó en la mesa un plato con pan, miel espesa y un peque?o surtido de frutas frescas, junto con un trozo de queso suave. Sin darle oportunidad a Ashura de rechazarlo, empujó el plato hacia ella.

  —Pruébalo —dijo con naturalidad—. Te prometo que sabe mucho mejor que un humano.

  Ashura miró la comida con desconfianza, pero la calma de Saphiro ya había roto su impulso de resistencia. Tomó un trozo de pan con desgano y lo mordió.

  El silencio que siguió fue corto, pero revelador.

  Saphiro sonrió para sí misma mientras tomaba asiento frente a Ashura y bebía un sorbo de su té.

  —?Ves? Hasta las cosas más simples pueden ser una maravilla.

  Ashura no respondió. Solo masticó con calma, sin darse cuenta de que, por primera vez en toda la noche, su frustración se había disipado un poco.

  Saphiro bebió otro sorbo de su té mientras observaba a Ashura con una mirada serena, casi analítica. Verla comer era… interesante. Era como si la chica no estuviera acostumbrada a algo tan básico como sentarse a disfrutar una comida sin preocuparse por otra cosa.

  —?Sabes? —dijo de repente—. Me recuerdas un poco a Zeryth.

  Ashura alzó la vista, algo desconfiada.

  —?Por qué?

  —Porque también tenía la costumbre de mirar todo con escepticismo —respondió con una sonrisa suave—. Como si cualquier cosa sencilla fuera una trampa o una pérdida de tiempo.

  Ashura chasqueó la lengua.

  Unauthorized use of content: if you find this story on Amazon, report the violation.

  —Tal vez porque sí lo es.

  Saphiro dejó la taza sobre la mesa con elegancia y apoyó el rostro en su mano.

  —No siempre. Pero no te preocupes, ya aprenderás.

  Ashura frunció el ce?o, pero por alguna razón, la manera en que Saphiro lo dijo no la irritó. Terminó su comida sin prisa, y cuando dejó el plato en la mesa, se dio cuenta de que se sentía… bien. No lo admitiría en voz alta, pero la calma de Saphiro se le había pegado un poco.

  Saphiro dejó su taza en la mesa con elegancia y se levantó con calma. Justo en ese momento, Ashura la miró con el ce?o fruncido, notando por primera vez que estaba sola.

  —?Y tu humana? —preguntó con desconfianza.

  Saphiro sonrió, como si hubiera estado esperando la pregunta.

  —Zeryth aún duerme. Anoche estuvo despierta hasta tarde cuidando mi sue?o.

  Ashura la miró con extra?eza.

  —?Eso no debería ser al revés? Se supone que tú eres la demonio aquí.

  —Quizás —admitió Saphiro, con una risa suave—, pero Zeryth es… especial.

  Ashura no respondió de inmediato. No le gustaba que Saphiro hablara con tanto misterio, pero había algo en su tono que la hizo pensar.

  —?Especial cómo?

  Saphiro ladeó la cabeza, observándola con esa paciencia infinita que empezaba a resultarle irritante.

  —Podría decir que en más de un sentido —dijo al fin—, pero lo entenderás mejor cuando la conozcas.

  Ashura gru?ó por lo bajo. No le gustaban los acertijos ni las respuestas a medias, pero por ahora dejó el tema.

  Justo cuando pensó que la conversación había terminado, Saphiro habló con la misma tranquilidad de siempre — Bien. Ahora saca la basura.

  Ashura parpadeó.

  —?Qué?

  —Saca la basura —repitió Saphiro, sonriendo con la misma dulzura imperturbable.

  Ashura arrugó la nariz.

  —No soy tu sirvienta.

  —No, pero comiste aquí, ?no? —Saphiro se puso de pie con la misma gracia pausada de siempre—. Y las reglas en esta casa son simples: si comes, ayudas.

  Ashura la miró como si acabara de decir la estupidez más grande del mundo.

  —Eso es ridículo.

  —Tal vez —concedió Saphiro—, pero así es como hacemos las cosas aquí.

  Ashura soltó un gru?ido, pero ya no tenía la energía para discutir. Tomó la bolsa con un suspiro de resignación y se encaminó a la puerta.

  —Ashura.

  La voz de Saphiro la detuvo antes de que saliera.

  La demonio se acercó con calma y, con un gesto sorprendentemente tierno, le limpió con los dedos unas migajas que habían quedado en la comisura de sus labios.

  Ashura se quedó quieta. Era un gesto simple, pero tenía un peso extra?o, casi familiar. No sabía cómo reaccionar, así que simplemente no lo hizo.

  Saphiro se alejó con naturalidad, como si no hubiera pasado nada, y se dirigió a la cocina.

  —Ten cuidado ahí afuera —dijo con una sonrisa tranquila—. Ahora, prepararé el desayuno de mi amada.

  Ashura no dijo nada. aún sentia el leve rastro de los dedos de Saphiro en su rostro dejándola más confundida

  Ashura volvió a tomar la bolsa de basura con desgano y se encaminó hacia la salida de la cocina. Sin embargo, justo antes de cruzar la puerta, se detuvo y miró a Saphiro, quien seguía de espaldas, ocupada con su desayuno.

  Ahora sabía que Zeryth seguía dormida.

  Su mirada se oscureció.

  ...........

  "Si Zeryth no está aquí... entonces, ?qué me impide...?"

  .......

  Sin pensarlo, levantó la mano y apuntó su dedo hacia Saphiro. La yema comenzó a brillar, acumulando energía, como si estuviera sosteniendo un arma lista para disparar.

  Pero en cuanto sintió la calidez de esa luz en su dedo, una sensación extra?a la recorrió.

  Duda.

  Su mirada se ensombreció y su mano tembló ligeramente.

  No podía hacerlo.

  Antes de que pudiera seguir debatiéndose, algo chocó violentamente contra su espalda.

  —?Gah!

  Ashura cayó al suelo con un fuerte golpe, soltando la bolsa de basura en el proceso. Un peso se aferró a ella, inmovilizándola contra el frío suelo de piedra.

  —Mmh... —gru?ó con frustración, girando su cabeza para ver a su atacante.

  Era Zeryth.

  La humana estaba sobre ella, con el ce?o fruncido y los labios apretados en una mueca de leve molestia. Su mirada, sin embargo, tenía algo... infantil. Como la de un cachorro molesto con alguien que hizo algo indebido.

  —Oh —se escuchó la voz tranquila de Saphiro.

  Ashura levantó la vista y vio que la demonio se había girado hacia ellas con una expresión divertida.

  —Así que ya estás despierta, Zeryth. —Saphiro dejó el cuchillo con el que estaba cortando frutas y le hizo un gesto con la mano—. Ven aquí, estaba preparándote el desayuno.

  Al instante, la expresión de Zeryth cambió. Su molestia hacia Ashura se desvaneció en un segundo y, con una actitud sumisa y obediente, se levantó y caminó hacia Saphiro, quedándose a su lado como un soldado fiel esperando órdenes.

  Ashura se reincorporó con lentitud, quitándose el polvo de la ropa mientras observaba la escena con el ce?o fruncido.

  Saphiro, quien ahora le daba la espalda, habló con naturalidad.

  —?Pasa algo, Ashura?

  La joven apretó los dientes, sintiendo una ligera humillación, pero también un extra?o alivio.

  Negó con la cabeza y, sin decir palabra, recogió la bolsa de basura antes de salir de la cocina.

  Cuando el sonido de sus pasos desapareció en el pasillo, Saphiro miró de reojo a Zeryth y sonrió.

  —Te agradezco que no la dejaras inconsciente... pero creo que sigues siendo bastante agresiva con ella.

  Zeryth hizo un peque?o puchero, su mirada aún reflejaba molestia hacia Ashura, pero tras unos segundos suspiró con resignación.

  —Lo intentaré...

  Saphiro rió suavemente y acarició su cabeza con dulzura.

  —Eso es todo lo que te pido, mi amor.

  La calidez de aquel momento era casi tangible, un respiro de tranquilidad en medio del caos. Pero en otro rincón del universo, la realidad era completamente distinta. Allí, el aire no traía calma, sino el olor a fuego y desesperación.

  Aquel lugar de caos e inundado por el olor a químicos quemados y metal fundido. Era un laboratorio donde las luces rojas parpadeaban sin ritmo, proyectando sombras deformes en las paredes cubiertas de hollín. Una alarma ensordecedora no dejaba de sonar, mezclándose con los gritos de los científicos que corrían de un lado a otro, intentando escapar.

  —?Evacuen! ?Todos evacuen! —gritó una mujer con bata blanca, esforzándose por mantener la calma mientras guiaba a los demás hacia la salida. Pero su voz temblaba, y el miedo brillaba en sus ojos.

  Un joven científico, pálido y con el rostro empapado de sudor, se quedó paralizado.

  —?Qué es lo que quieren de nosotros? —preguntó, con la voz rota por el pánico.

  La respuesta llegó con un estruendo.

  La puerta de seguridad, dise?ada para resistir explosiones, se vino abajo de un solo golpe.

  El laboratorio entero se quedó en silencio.

  A través del humo y la penumbra, siete figuras emergieron. Sus siluetas apenas se distinguían bajo la luz intermitente, pero su presencia era aplastante.

  —Es… es ella —susurró alguien con la voz ahogada por el miedo. — Ashley.

  De pronto no hubo tiempo para más palabras.

  Un disparo seco rompió el silencio, y la mujer que dirigía la evacuación cayó al suelo de inmediato. Un agujero rojo y oscuro se abrió en su frente.

  Naima bajó su rifle con tranquilidad, como si nada hubiera pasado.

  El caos estalló.

  Hesh y su grupo avanzaron como depredadores, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino. La sangre manchó las paredes, los disparos y los gritos llenaron el aire, y el laboratorio se convirtió en una pesadilla de la que nadie podía escapar.

  Entre el desastre, un científico cayó de rodillas frente a Hesh, con los ojos llenos de terror.

  —?Por favor, no! ?No hemos hecho nada malo!

  Hesh lo miró sin decir nada. Su rostro parecía tranquilo, pero en sus ojos había algo… una sombra de culpa, apenas visible.

  —Lo siento, pero ambos sabemos que eso es mentira—susurró.

  Y con un solo golpe la cabeza del científico explotó por la fuerza del golpe, acabando con su vida al instante.

  Después de que Hesh acabara con el científico, suspiró y echó un vistazo a su alrededor. Ya no había gritos ni súplicas, solo el sonido intermitente de la alarma, como un eco fantasmal en medio de la devastación.

  Naima frunció el ce?o y dejó escapar un sonido de irritación.—Que alguien apague esa maldita alarma —dijo con fastidio.

  Shadow soltó un suspiro con desgano. No le gustaba tener que hacerlo él mismo, pero nadie más se movió. Se acercó al panel de control y, con un par de movimientos desactivó el molesto ruido. Las luces blancas parpadearon y se encendieron, revelando la escena con más claridad.

  Bajo aquella luz, los siete dejaron de parecer sombras demoníacas. Ahora se veían más humanos… aunque la sangre que cubría las manos y ropas de Naima contrastaba con la apariencia impecable de los demás.

  Ashley y Yai se acercaron a unas cápsulas de criogenización. Con movimientos cuidadosos, liberaron a varias personas que despertaban entre la confusión.

  —Ya están a salvo —dijo Ashley con una sonrisa cálida, ayudando a una joven a ponerse de pie. Su voz era suave y reconfortante, como si la masacre que acababan de cometer no existiera.

  Desde la distancia, Shadow la observaba en silencio. Cada sonrisa que Ashley dirigía a los rescatados le provocaba una punzada de celos en el pecho.

  Shadow desvió la mirada, fingiendo indiferencia —?Era necesario esto? —preguntó Shadow, mientras miraba los charcos de sangre a su alrededor. Su tono era neutral, pero en su voz había un toque de desagrado.

  Hesh lo miró de reojo y dejó escapar una breve sonrisa. Le resultaba casi gracioso que alguien tan pulcro como Shadow estuviera en medio de tanta sangre

  —No era necesario, pero esto lo hace mucho más facil —respondió, mientras miraba algunos documentos que encontró en uno de los escritorios

  Pasó los dedos por las hojas hasta que un grupo de carteles de "Se busca" captó su atención.

  Uno tras otro, los rostros de sus compa?eros aparecían en ellos:

  Yai: La flor marchita

  Ashley: El ángel de la muerte

  Shadow: El espectro

  Axel: El titán renegado

  Hesh sintió una peque?a satisfacción al ver cómo ahora los consideraban una amenaza. Sin embargo, algo más llamó su atención.

  Entre los papeles, una imagen familiar apareció. Al principio pensó que era su propio cartel, pero al mirarlo más de cerca, se dio cuenta de que no era él…

  Esos ojos.

  Rápidamente una mirada lo intercepto, los ojos de la chica en la imagen lo miraban con una intensidad que lo hizo detenerse. Había algo en ellos… algo que le resultaba extra?amente familiar.

  Pasó los dedos por la imagen, sintiendo un extra?o vínculo con ella. No conocía a esa persona, pero había algo en ella que lo atraía, algo que no podía explicar.

  El cartel decía:

  Ashura: La chica demonio

  Avistada por primera vez durante "la Colisión". Se encontró en un estado crítico pero aún así se resistió cuando los agentes intentaron socorrerla.

  Hesh sintió una punzada de intriga. ?Quién era "Ashura"? ?Por qué su mirada se sentía tan... cercana?

  —?Sucede algo? —preguntó Ashley, acercándose con calma por detrás.

  Hesh se sobresalto un poco haciendo que saliera de sus pensamientos, guardó el cartel en el bolsillo de su chaqueta y sonrió, ocultando su curiosidad.

  —Descuida, nada importante… por ahora —dijo, pero en su mente, la imagen de aquellos ojos se quedó grabada como un enigma sin respuesta.

Recommended Popular Novels